jueves, 20 de mayo de 2010

Ciudadanos anónimos




Es una expresión desafortunada. Una frase hecha que refiere la existencia de una forma de clase social no adscrita ni catalogada. Una especie de especie en vías de extinción. Un "rara avis" dentro de esta fauna contemporánea, que se compone en general de ciudadanos filántropos, que forman parte de asociaciones, colectivos, cofradías, partidos políticos u oenegés, que de todo hay. Los anónimos son considerados como tales porque carecen de nombre, por tanto de relevancia social, pero son buenos ciudadanos, acaso los mejores.

Las alarmas de la incomodidad política se disparan cuando estos anónimos aúnan esfuerzos, adquieren condición de grupo y reivindican. Son ciudadanos que no guardan disciplina de voto, ni se someten a partidos políticos que los expulsan al menor atisbo de crítica, sólo parecen obedecer a su conciencia y comparten lucha o trabajos solidarios con otros anónimos ciudadanos. Se mueven por impulsos y llegan a ser calificados en el peor de los casos, cuando están relacionados con motines o revueltas sociales, como "turbas enfurecidas", o "elementos incontrolables". Los gobernantes los temen, porque no son de los suyos –cuando no son de los suyos-, en realidad no son de nadie o de todos.




En Marbella abundan, forman parte de lo que en la actualidad se conoce como tejido asociativo. Lo forman pretendientes de fama, hastiados urbanos, irreductibles inconformistas, voluntariosos benefactores, asalariados de su ética y utópicos aún convencidos. Sobresalen por su voluntad y altruismo y componen un variopinto paisanaje de actividades, defensas, devociones y promociones.

Estas agrupaciones cívicas surgen en nuestra ciudad en los años veinte del siglo XX, gracias a la iniciativa del Capitán del Cuerpo de Carabineros Enrique del Castillo y Pez, que dejó su impronta y por tanto quedó excluido de su anonimato. Durante los tres años que residió en Marbella pudo crear la Asociación de Amigos de Marbella y la Sociedad Recreativa del Casino. Frente a estas asociaciones de carácter oligárquico, fue fundada en 1930 la Sociedad Cultural Recreativa que propugnaba el fomento de la cultura general del individuo. Más populares y menos culturales fueron la sociedad de Cazadores, la de la Juventud y la de Bailes y Deportes. Un parco panorama que se justifica si atendemos a lo que escribía Ramiro Campos Turmo en 1928 sobre la comarca: “Estos pueblos viven con el mínimo de vitalidad: la imprescindible para no morirse”.



El Franquismo dio pocas oportunidades de asociación más que aquellas que fomentaban el Espíritu Nacional y salvo excepciones como la del club juvenil parroquial Ronro escasearon propuestas sociales o culturales. Fue con la consolidación turística de la ciudad cuando surgieron renovados impulsos asociativos entre los que destaca los Amigos de la Música o el desaparecido Marbella Cineclub.

La democracia trajo la eclosión del asociacionismo. Marbella es participativa. Ecologistas, ornitólogos, defensores del teatro, difusores de la cultura, patrimonialistas de la historia, foro cofrade, floricultores, espiritualistas del más allá, amantes de la música, amigos del órgano del Sol Mayor, ateneístas, corales, amigos del Museo del Grabado, diletantes de la gastronomía, del vino, del aceite; clubes internacionales, centros de iniciativas turísticas y empresariales, vecinales asociaciones de barrio, excursionistas, senderistas, scouts, Mujeres en las Veredas, comerciantes, amigos de los animales abandonados, de ayuda a los desfavorecidos, peñas flamencas, agrupaciones deportivas, de enfermedades varias, protectores de una duna o del pecho de unas cuevas. Es difícil cuantificar cuántos anónimos ciudadanos participan, ¿cientos? Quizá miles, todos dignos de admiración. No utilizan coche oficial, trabajan sin sueldo, dietas o móvil corporativo. No tienen asesores ni personal de confianza. Huyen de los protagonismos mediáticos, suelen partirse el alma en su objetivo y su única retribución es sentirse útiles o la de percibir una mirada de agradecimiento. Los más contestatarios se asocian por las carencias, incompetencias o deficitarias gestiones de nuestros gobernantes. Siempre piden respuestas y muchos no alcanzan a escuchar más que un eco lejano.



Esta reflexión viene a cuento por un hecho insólito que ha sucedido en Marbella. Bajo la dirección de la Asociación Cilniana se ha procedido a la limpieza y desbroce de más de doscientos metros cuadrados de un complejo minero que explotaba plomo a mediados del siglo XIX. Durante tres meses, unos pocos esforzados ciudadanos ejemplares se han afanado en recuperar las ruinas semiocultas de esta factoría en un paraje agreste, de marbellense hermosura, que se llama Buenavista al que se accede desde el bosque de Nagüeles siguiendo el curso del arroyo de las Piedras.

Ahora lo ofrecen al pueblo de Marbella, para su disfrute y conocimiento, sin esperar ningún reconocimiento, al menos oficial. Vayan a visitarlo, no lo duden, es la mejor recompensa.


8 comentarios:

  1. Francisco Javier, sólo me queda aplaudirte por la nitidez de tú entrada y el buén sabor de boca que me deja.
    Saludos

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  2. Magnífica labor, mi enhorabuena y reconocimiento a Cilniana.

    Por supuesto que la próxima ruta con la perra será para ver ese complejo minero. ¿Nos das una idea del tiempo de marcha aprox. desde Nagüeles?.

    Gracias por hacerte eco de estas "buenas" noticias.

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  3. Para llegar a la mina hay que aparcar el coche en el parking del Parque de Nagüeles y subir por la carretera en dirección a la cantera unos doscientos metros. A la derecha se abre un carril amplio que cruza el bosque de Nagüeles, hay que subirlo durante unos quince minutos hasta llegar a la parte alta de la urbanización Sierra Blanca donde se ve el arroyo de las Piedras. El carril se transforma en vereda y hay que subirlo, otros quince minutos, en dirección norte, en la ribera izquierda del arroyo. En total son unos 30 o 40 minutos, allí además de visitar el complejo se puede llegar unos setenta metros más arriba a la boca de la mina y continuando por el sendero se llega a una zona de cascadas ya menguantes. Todo el entorno es interesante.

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  4. Yo soy un ciudadano anónimo ... y del Ronro.

    p.d. enhorabuena a Cilnianá.

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  5. Enhorabuena por tu magistral forma de describir lo que es un "ciudadano anónimo" y de como lo has entroncado con una pequeña parte de nuestra historia reciente.
    Gracias.
    Saludos

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  6. Ojala yo tuviese la virtud que posees para describir lo que muchos sentimos y pensamos como lo haces. Quise animarme a ir a desbrozar. Pero una alergia en las manos me lo impidió.

    He participado como ciudadana anonima en muchos campos y creo que la recompensa se encuentra en poder hacer algo por pequeño que sea y no quedarse de brazos caidos lamentandose del destino. Muy bueno, como siempre.

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  7. Concha Páez López26 de mayo de 2010, 13:27

    Moreno, es un placer leerte y aprender sobre la historia de Marbella. Acabo de descubrir tu blog, y no lo dudes que seré una asidua lectora. Mi enhorabuena por que personas como tu ilustradas, hacen que los demas podamos conocer el lugar donde vivimos, y que no tengamos que responder, como yo he hecho alguna vez, que "yo que se de Marbella". Gracias por todo tu tiempo , conocimiento e interes, me ha encantado "la Calle del Cuerno"

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  8. Gracias Concha.
    Afortunadamente somos muchos los que hemos cambiado el "yo que se de Marbella" por el "Cuanta historia tiene Marbella".
    Te alabo el gusto, el de "La calle del Cuerno" es uno de los más complejos que he escrito.

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