martes, 17 de abril de 2018

EL MISTERIO DE LOS JUANES DE SIERRA BLANCA



Siempre me ha llamado la atención el nombre de nuestra montaña más simbólica: la Cruz Juanar y todos sus derivados, Juanar, Juanal, Juana, Juaná… me preguntaba el porqué de tan extraño topónimo y si podía tener algún significado pero no encontré nada. Seguí investigando y un día, como sin querer que es la mejor forma de encontrar respuestas, leí una Sierra de Juan Alnarejos relacionada con Marbella y que abarcaba lo que hoy conocemos por Sierra Blanca. Aparece citado en un documento titulado "Descripción de caminos y pueblos de Andalucía", fechado en 1744 que se encuentra en la Biblioteca Nacional y sacado a la luz por José Jurado Sánchez en el libro, Caminos y Pueblos de Andalucía (s. XVIII) publicado por Editoriales Andaluzas Unidas en 1989. 




Esta cita al tal Juan Alnarejos me hizo rebuscar por tan extraño nombre sin encontrar más que un par de alnarejos en toda España y algunos más altarejos que no parecían tener vínculo alguno con nuestra sierra.
Hace pocos días, por casualidad, volvió el tema a estar presente cuando me puse a recordar que no solo tenemos una Juana, sino una cañada de Juan Inglés en la cara norte de Juanar y acceso a Istán, un Tajo y puerto de Juan Benítez justo debajo de Juanar, un puerto de Juan Ruiz aún más al sur e incluso un cerro de Juana Díaz al Este de Ojén.
En mis indagaciones (llámense también comeduras de coco), descubrí que hay un Calar y peña de Juana y un cerro de Juan Cubierta en Cazorla y un pico de Juan Pérez en El Burgo. ¡Cuanta casualidad que todos estos que dan nombres a cerros, picos y puertos se llamen Juan o Juana!, además con sus apellidos. Sería tema zanjado o fácil de zanjar si acudiéramos a la explicación fácil del antropónimo: alguien en algún momento dejó su huella, de hecho en más de una ocasión se han creado leyendas sobre algún fulanito que se perdió y nunca más apareció en alguno de estos montes. No hay duda que en algún caso pueda deberse a alguien, generalmente propietario del terreno que deja su nombre estampado en la memoria. Sucede mucho con los huertos y cortijos pero hablamos de orónimos, zonas áridas exentas de cultivos y generalmente sin propietarios ¿Cómo es posible que un Juan Alnarejos de nombre a toda una sierra?




Para un historiador el estudio de la toponimia es una fuente inagotable de pistas, a través de ella pueden descubrirse importantes datos no solo desde el punto de vista arqueológico sino también como un proceso histórico. Sin embargo, para abundar en la toponimia es preciso ser filólogo; son quienes interpretan la etimología con la facilidad de su profesión. A ellos acudí porque en nuestro país hay muy buenos trabajos sobre toponimia y su significado. No encontré nada que pudiera relacionar el antropónimo “Juan” con accidentes orográficos, a veces nunca encuentras nada y es cuando el investigador entra en fase terminal, la del abandono temporal o definitivo de esa ilusionante línea de investigación que habías iniciado.
Pero hay que perseverar, la tozudez es virtud cuando está bien dosificada. Encontré dos pequeños trabajos del profesor de la Autónoma de Madrid, Emilio Nieto Ballester titulados “La toponimia de las fuentes en España: una nota sobre algunos resultados del Lat. Fonte”, Revista de Filología Española, 2000 y “Falsos antropónimos en la toponimia española: Fuente de Mariguantes, Alto de Maripez, Mariagua”, en la misma revista en el año 2013 y ¡EUREKA! Alguien hablaba desde un punto de vista científico de los juanes que abundan en España.
Su interpretación me sorprendió en un principio, lo atribuye a la expresión fuente o manantial, del latín fonte que en romance se convirtió entre otras en Juan, que se halla extendido en una amplísima zona de la España de habla castellana, que abarca la totalidad práctica de Castilla, Aragón y partes de Andalucía.



Copio literalmente un párrafo del artículo “Falsos antropónimos…” que lo explica con detalle: “El resultado guante, güente o su evolución fonética a partir del del lat. fonte es seguro y está presente en ejemplos del tipo Guanz (Loscorrales, Huesca), Os Guances (Gésera, Huesca), La Güente (Santa Coloma, La Rioja), Gobantes (Burgos), Otero de Naraguantes (Fabero, León). Básicamente se trata de un reforzamiento consonántico a partir de *huante, *huente > *uante, *uente, con debilitamiento de /f/ inicial. El resultado con aspiración está mejor documentado, pues son centenares los ejemplos del tipo La Juambuena (Castilforte, Guadalajara), Juan Cerrada (Cifuentes, Guadalajara), Fuente de Juan Podrido (Valdesaz, Guadalajara), La Juan Podrida (Barrachina, Teruel), Juan Seco (Alcaudete, Jaén), etc.”




Tras este descubrimiento, tocaba saber por qué nuestros orónimos son en realidad hidrónimos o, más bien, fuentes o manantiales. No hay más que mirar el mapa adjunto para apreciar con facilidad que Juanar es punto de partida de numerosos cursos de agua, es decir de nacimientos o fuentes, que justo al sur donde se sitúa el tajo de Juan Benítez surge otro manantial y lo mismo sucede en la cañada de Juan Inglés. Hace unos días paseaba por el puerto de Juan Ruiz y las últimas lluvias nos han dejado un precioso arroyuelo, con su cercana fuente, que llevaba años seco. Lo mismo sucede con el cerro de Juana Díaz desde donde brotan varios manantiales.

De Sierra Blanca nacen numerosas fuentes que alimentan ríos de corto recorrido que desembocan en la cuenca de Marbella. Muchos de esos manantiales se han perdido para siempre, de otros brota un pequeño chorro que a veces pasa desapercibido.
Que al menos con estos datos nos quede su recuerdo.

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