La transformación de un paisaje siempre deja alguna huella del pasado. La tierra asimila usos y costumbres, variables en consonancia con temporales necesidades vitales y los topónimos que le dieron nombre resultan a veces enigmáticos por extraños y aunque se pueda sospechar que una urbanización se llame La Cantera porque hubo una explotación para la extracción de piedra, es preciso un refrendo documentado y la constatación fiel de su devenir para que la memoria se impregne de esos conocimientos tan ancestrales que nos dotan de raíces.
Tal era la categoría del material, “declarada por el maestro mayor de muy buena calidad para sillares”, que los diputados de la obra de la Catedral encargaron a los canteros abrir una cantera de piedra franca, dígase libre de impuestos. El trabajo de entalladores y tallistas era duro, el transporte costoso, sufrido. Además del terrestre en carro a través del camino de la Ánimas, nombre adquirido de la gran huerta propiedad de la desaparecida hermandad de las Benditas Ánimas en Camoján, hasta embocar por el camino del Trapiche, debían embarcar la piedra en un lanchón en el rebalaje y ponerla después en el barco que había de transportarla al muelle de Málaga. Gómez había comprado el lanchón a unos corsarios franceses y en 1757 se lo vendió a Cristóbal González. Comenzaba a menguar la producción y en la transacción se estipulaba la preferencia para embarcar las piedras “siempre que haya”, signo de agotamiento.
En un viaje de ida y vuelta, curiosas coincidencias del destino, esta narración acaba enlazando el presente con el pasado, pues donde se removieron los sillares del Castillo fue fundado en 1986 un colegio, el de las Hijas de María Auxiliadora (Salesianas), que es una ampliación del que en 1953 se inauguró en el interior de la Alcazaba. Los mismos sólidos cimientos sostienen ambos centros, con la diferencia que en la actualidad es vivero de otra cantera, en este caso formada por cientos de escolares marbellenses, que alguna vez recordarán que estudiaron en un colegio con mucha historia a sus pies.
Yo tuve la suerte de asistir al colegio Mº Auxiliadora de la Alcazaba´. Entonces había en la Plaza llamada de San Bernabe un cuartel de la Guardia Civil hoy reconvertido en hostal. Muchas veces estuve castigada en el foso con la sola compañia de Sor Anselma. No me recuerdo tan traviesa como para merecer tanto encierro aunque si discola de pensamiento y palabra para los usos de la epoca.Pero eso nada tiene que ver con tu entrada.
ResponderEliminarLa historia es apasionante, no deja de ser un bucle que se repite.Ultimamente, cuando voy a lugares del pueblo donde hace tiempo que no iba, me asaltan recuerdos de otras epocas y emulando a Gala me dijo: Si las piedras hablaran..... Pues en tu caso lo hacen atraves de ti.
La toponimia de la urbanización La Cantera ha sido descrita de una forma magistral.
ResponderEliminarSaludos.
PD: Como marbellense o ciudadan@ de Marbella solo puedo darte las gracias por esta aventura.
Leyendo esta historia de la urbanización ä Cantera, sufrí un despiste, y la confundí en principio con la cantera de Nagüeles, por lo que todo lo que venía después me resultaba enigmático.
ResponderEliminarMas tarde, y después de ubicar correctamente a la cantera origen de tu escrito, me ha resultado plenamente gratificante releerlo.
Un abrazo,