jueves, 8 de abril de 2010

Cuando Benahavís quiso pertenecer a Marbella




El título no es una paradoja, tampoco un recurso literario, es historia en estado puro, de documentos que reivindican la dinámica del tiempo, que retoman la actualidad de lindes, territoriales disputas, terrenales propiedades e intereses creados. Del pasado vivimos y a él nos sometemos hasta que nuevas necesidades, acontecimientos y suertes remueven lo establecido para crear actuales crónicas que pasarán a engrosar unas cuantas páginas más de nuestros anales y que explicarán mucho de lo que somos y fuimos.

Benahavís quiso depender de Marbella, ser administrado sin condiciones por el gobierno municipal marbellense, sucedió en 1846, en verano, con las aguas del Guadaiza amenazando la salud por sus mefíticas emanaciones. Eran años chungos, de pésimas cosechas y el 19 de julio, el Ayuntamiento constitucional de la villa de Benahavís, encabezado por su alcalde Manuel Ruiz Rubio, aprobó por unanimidad la solicitud al gobierno de su majestad Isabel II para “la agregación de este reducido pueblo al de la ciudad de Marbella cuya medida hace muchos años la reclaman la necesidad y conveniencia pública por la cortedad de su vecindario, reducido a setenta y un vecinos”.

El expediente se conserva en el Archivo Histórico Municipal de Marbella y es una joya porque transmite mucha información y también un estado de ánimo, un sentimiento de derrota de los munícipes de Benahavís y cierto aire triunfalista y soberbio de los de Marbella. Los de la villa argumentaban que carecían de medios para sostener una escuela pública, no disponían de médico, la iglesia estaba arruinada “y sin poder atender a las demás cargas anejas a un pueblo constituido sino a fuerza de sacrificios hechos por sus pocos moradores que los reduce a la mayor miseria”. Añadían que el lugar parecía yermo, que el término municipal estaba lleno de criminales y malhechores y que los vecinos se marchaban.



Los de la ciudad recordaban “los perjuicios, rencillas y vejaciones que esta ciudad ha sufrido desde que el pueblo de Benahavís conducido por las lisonjeras teorías de emancipación e independencia y ahijonado (sic) por siniestros consejos se separó de ella”. Se remitían a los añejos conflictos derivados por la concesión de los Reyes Católicos del territorio de Benahavís y Daidín al conde de Cifuentes para establecer señorío, ya que estos productivos montes con sus alquerías pertenecían a Marbella.

En 1788 un apeo, deslinde y amojonamiento de las tierras de Benahavís avivó el conflicto y Marbella inició un nuevo pleito contra el señor de la villa, el conde de Luque. En 1846 continuaba el proceso (y nos quejamos de la lentitud de la justicia actual) con una provisión del supremo tribunal de justicia en la que se citaba y emplazaba a los litigantes a un acuerdo, pero éste nunca llegó pues en 1848 habían concluido los autos a la espera de sentencia.

Marbella, en un gesto de impostada magnanimidad afirmaba haber “tenido la generosidad de olvidar lo pasado para ocuparse en el presente y porvenir de ambos pueblos”, de este modo aceptaba la propuesta de absorción “por considerarla como un nuevo pacto de familias, o como un acto de reconciliación entre aquellos que por muchos años formaron en su provecho y en el del Estado uno solo”. No obstante, el texto denota cierto tono despectivo: “Benahavís pues no puede aspirar a más que a lo que fue en un principio, a ser una aldea de esta vecindad bajo cuyo amparo podrán sus reducidos vecinos conservarse participando como entonces de las ventajas que sobre ellos pesan, entre las que no es la menor la asignación que está señalada a su secretario de ayuntamiento que por más que se quiera no puede poseer los conocimientos necesarios para el buen desempeño de su destino, ni ilustrar a la corporación compuesta en su mayoría de personas ignorantes”.

Finalmente, la solicitud de anexión no fue aprobada. Benahavís aguantó como municipio independiente. Con los años alcanzó prosperidad y es un bello, seguro y pulcro pueblo donde nunca se pasa hambre. Su término municipal es uno de los de mayor extensión de la provincia y mejor calidad de vida. Pese al tiempo transcurrido y el progreso conseguido, los problemas de lindes persisten, acaso como embrollo legal sempiterno, quizá como respuesta a los que sostienen que la historia se repite.

1 comentario:

  1. la historia se repite siempre. Estamos condenados al bucle, aunque apenas seamos conscientes de ello.

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