jueves, 22 de abril de 2010

La fiebre del platino




“Soy ingeniero de Minas y lo tengo a altísima honra. Es cierto, y por eso lo he dicho, que este reconocimiento por sondeos se ha hecho por mi exclusiva cuenta, sin que el Estado contribuya a él ni un céntimo, y esto me da cierta libertad para tomar las decisiones que me convenga tomar; pero no es menos cierto que, al fin y al cabo, la idea de que pudiese haber platino en la Serranía de Ronda me la sugirió el estudio geológico que yo estaba haciendo de ella”.

30 de octubre de 1915, el entonces Ingeniero Jefe de Minas Domingo de Orueta y Duarte exponía en el Instituto de Ingenieros Civiles los antecedentes de su estudio geológico y petrográfico de la Serranía de Ronda. Intentaba disuadir a la junta directiva de la necesidad de financiar una campaña de reconocimiento sistemático de la zona al objeto de evaluar el valor industrial de los yacimientos de platino que había descubierto. Su conferencia tuvo gran impacto científico y llegó a oídos del rey Alfonso XIII que hizo llamar a Orueta por medio del conde de Valmaseda. El monarca propuso que la búsqueda se ampliara al cromo y al níquel por su utilidad en la industria militar. Orueta consiguió su ansiada financiación y en noviembre de 1915 iniciaba la búsqueda del más preciado de los metales.


Había renunciado a cualquier derecho sobre el descubrimiento: “… yo no quisiera que en época alguna se me pudiera confundir con uno de esos lanzadores de negocios fabulosos mineros que andan por ahí y que tanto daño han hecho, por cierto, a la minería española; yo me precio de no ser de esos”. El gobierno aceptó el reto y aprobó Real Decreto de suspensión temporal del derecho de registro entre la desembocadura del Guadalhorce, curso del Turón hasta su nacimiento. Desde allí hasta el Valle del Genal y desembocadura del Guadiaro. Un total de mil quinientos kilómetros cuadrados. Meses después el Real Decreto se elevó a la categoría de ley: “procedía en primer término impedir que la codicia de los mineros cubriese de registros a la zona que se iba a reconocer y que en aquel momento estaba casi toda ella franca de registros y de minas”.

Orueta había detectado que en las zonas de aluvión de la sierra, esto es, la de los ríos con desembocadura en el Mediterráneo eran los que mayor concentración de metal mostraban, por lo que decidió instalarse en la Finca La Concepción en la ribera de río Verde. Conocía bien la zona como relata Pablo de Azcárate que lo visitó, acompañado del insigne Fernando de los Ríos, en su residencia en el Ingenio de San Pedro Alcántara en mayo de 1917: “En el hotel destinado al director de la explotación está instalado don Domingo Orueta para sus trabajos. En cuanto llegamos fuimos a su casa y allí almorzamos. Está con su mujer y su hijo Chomin. La Casa está en un sitio ideal: a unos 100 metros del mar y rodeada por el otro lado de una cintura de montañas… Según dicen los mismos del país es quien conoce mejor la serranía”.




La prospección tuvo como resultado la confirmación de un importante filón de platino en los ríos Verde y Guadaiza. Los problemas comenzaron cuando se plantearon los pros y los contras de su extracción industrial. Entre los inconvenientes estaba la escasez de combustible, fuera carbón o leña, muy distantes de Marbella; también el elevado precio de la mano de obra que debía de ser especializada y la falta de talleres auxiliares. Las ventajas radicaban en la espectacular alza del precio del platino, efecto de su demanda, principalmente para la fabricación de bombas, en la Primera Guerra Mundial.

Orueta convenció a las autoridades de los beneficios de la explotación pero nunca se iniciaron. Falleció en 1926 y la Revista de Obras Públicas con motivo del óbito publicó una necrológica con reseña biográfica en la que criticaba la indiferencia de los gobiernos en la explotación de las riquezas nacionales porque no habían dado comienzo los trabajos. Las muestras de platino obtenidas se conservan en el Museo Geominero de Madrid como testimonio de nuestra riqueza.



Entre los dos ríos, allá en los inicios de la década de 1960, un rey Midas llamado José Banús Masdeu descubrió que la fortuna se lograba mediante la explotación de los recursos naturales pero para el turismo. Una revista en 1977 lo calificaba como un Onassis Celtibérico. La zona con los años se denominó Milla de Oro. La construcción fue mejor filón y el turismo una mina. En 1965 el Ayuntamiento iniciaba un expediente para oponerse a la concesión de permisos de investigación minera en el municipio. Los yacimientos de platino siguen allí, intactos, y probablemente continúen así muchos años.

3 comentarios:

  1. Quien sabe si en la posteridad el platino se vuelva codicia para cualquier iluminado de esos que nos suelen asolar. Con suerte no lo veremos.

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  2. Interesante artículo el que traes hoy a tu blog sobre la figura de Domingo Orueta y Duarte el cual junto a su amigo el gaditano José Macpherson y Hemas marcaron un hito en la geología española, también me parece muy adecuado las fotografías que acompañas, una de ellas realizada por el fotografo Antonio Cánovas del Castillo el que fuera sobrino homónimo del político e historiador en su estudio fotográfico Kaulak de Málaga.
    Participo en tu último comentario sobre el descubrimiento de ésa otra "mina" que para algunos fué el turismo.
    Saludos

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  3. Juan Luis Torrecillas29 de abril de 2010, 20:14

    Muy interesante Francis.

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