jueves, 6 de mayo de 2010

Un pueblo andaluz de artistas



“El pueblo se sitúa a la izquierda de la carretera que va de Málaga a Algeciras, cerca de Torremolinos y Marbella, sobre terrenos donde los agricultores descubren mosaicos y ciudades romanas a orillas del mar. A lo lejos ondula la cadena malva de estas montañas radioactivas de las que se dice que su suelo debe ser asombrosamente rico. Dos años bastan para que las flores y los árboles salgan como de un sombrero de un prestidigitador. Las casas próximas al Hotel Cortijo Blanco están destinadas a los artistas, pagaderas en tres años y aunque yo repudio estas aglomeraciones de soledades, me maravilla el entusiasmo con que se trabaja y conserva el estilo andaluz de gracia modesta y que se inspira en el antiguo barrio de Sevilla inaccesible a las máquinas a causa de sus estrechas calles”. La descripción está incluida en “Le Cordon umbilical”, obra finalizada en Marbella en octubre de 1961, de Jean Cocteau. Artista polifacético, siempre buscaba nuevos retos y un conjunto para artistas le resultaba atractivo. Lo había convencido Ana de Pombo: “Cuando me contó el proyecto de un pueblo andaluz de artistas decidía, de pleno acuerdo con Ana de Pombo, poner mis paneles en una sala construida a este fin en la Plaza Mayor, a la que los arquitectos hicieron el honor de dar mi nombre”.

Eran los terrenos de la urbanización Guadaiza en los que el promotor Miguel García Rico, médico de origen sevillano y productor cinematográfico había puesto todo su empeño para conseguir un lugar de veraneo diferente, destinado a la élite del arte. Su construcción había comenzado en 1959 con diferentes tipos de chalets diseñados por el estudio madrileño de Canosa Arquitectos y continuado por el arquitecto Juan Fernández-Yáñez Ozores desde 1962. En 1963 había finalizado la construcción de 60 viviendas.




Una relación de parcelas fechada en 1962 aporta la nómina de un llamativo elenco de propietarios. La mayoría no han podido ser identificados al aparecer nombres de terceras personas menos conocidas, con todo la labor de investigación ha dado, parcialmente, buenos resultados. Entre los personajes más conocidos el director, productor y guionista de cine Benito Perojo, el decorador Pepe Carleton, el humorista gráfico Antonio Mingote, la actriz Conchita Montes pareja de Edgar Neville que aprovechó un pregón de la Semana del Sol para publicitar el proyecto; el actor argentino Pedro Jorge Rigato, más conocido por Georges Rigaud, que acababa de protagonizar el papel de San Valentín en “El día de los enamorados”; el francés Jean Pierre-Jorris, los productores Arturo Marcos Tejedor, Roberto Roberts Tames y Jaime Prades Guardiola; los actores Julio Peña, Alberto Closas, Isabel Garcés, el empresario y productor Federico Platard, el también productor y anticuario Adolfo Arenaza Basanta, dueño de Hércules Film; el crítico de flamenco y productor discográfico Antonio Corcobado Arroyo; el pintor constructivista Luis Caruncho, el surrealista José Caballero con su casa “La Encalada”; los Calleja, herederos propietarios de la famosa editorial que publicaba los cuentos de Calleja, incluso una propiedad estaba a nombre de la productora cinematográfica Rosa Film.

También hubo otros compradores que si bien no formaban parte del mundillo artístico, sí lo querían bien cerca. Destacan los nombres de Jaime Urzáiz, vinculado al mundo de la comunicación; el empresario Jacques Hachuel, Luis Soto Domecq y la sociedad Zoilo Ruiz Mateos.



Sin embargo lo que parecía ser el inicio de un Hollywood marbellense, una andaluza meca del cine, sede de inspiraciones, libertades, musas y artisticidad, topó con nuestras realidades urbanísticas, las de entonces y las de ahora, especulación, aumento de la densidad, reducción del tamaño de los viales, desorden en la planificación. El Ayuntamiento estaba escandalizado: “Ante la anarquía con que dicha sociedad ha urbanizado y construido, se han levantado numerosas actas de inspección”. La promotora, además, pretendía que las 60 viviendas fueran incluidas dentro de las catalogadas como de renta limitada y veinte de ellas también subvencionadas acogiéndose a la legislación vigente, pero el expediente fue archivado. Eran casitas muy simples en cuanto a su traza basada en el estilo andaluz, pero de ahí a que pudieran acogerse a las ventajas de la renta limitada rozaba el insulto.

La Ciudad de los Artistas había sucumbido ante el empuje inmobiliario, trocando en hotel “Pueblo Andaluz” más rentable aún sin los paneles de Cocteau. Los artistas, que habían dado caché, publicidad y sentido a esta utópica ciudad, quedaron ubicados en la urbanización, un anodino conjunto como tantos otros que se construían en Marbella en aquellos años.

1 comentario:

  1. "Pueblo de artistas", hubiera sido curioso que cuajara en una ciudad como la nuestra, tan lejana de la cultura.
    Pero al final, como no podia ser de otra forma, lo impidio la especulacion urbanistica (en eso somos lideres).
    El ladrillo "se lo come todo", no solo los parajes naturales.

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