viernes, 13 de agosto de 2010

La vía general pecuaria




Era camino para ganado. Su autopista hacia los pastos. La de Marbella enlazaba con Casares y en 1893 hubo que realizar deslinde pues gran parte de ella comenzaba a difuminarse entre cultivos y por la urbanización del sur de la ciudad en lo que se llama el barrio de La Marina. De la minuciosa descripción de hitos y tierras se dibuja un panorama para imaginar y reconocer. No fue tarea fácil pues las reclamaciones abundaron. Los rebaños incomodaban.

El ayuntamiento creó una comisión al efecto, formada por los señores regidores Juan Urbano Duarte y Cristóbal Fernández Urbano con los “ancianos conocedores de los terrenos” José Domínguez Pérez, Joaquín Moreno Espejo y Sebastián Zumaquero Ballesteros, los concejales José Cano Vázquez y Francisco Pitalua Navarro.

Acompáñenme en este paseo de 27 kilómetros, como si recorrieran la carretera nacional de este a oeste, comparen paisajes, valoren daños ambientales y los beneficios de la prosperidad. Reflexionen sobre la posibilidad de que nuestro desarrollo turístico se pudo ejecutar mejor y si existe remedio a tanto despropósito urbanístico. Todo a colación del informe de Greenpeace “Destrucción a Toda Costa” que revela –nada nuevo- que el 60% del litoral andaluz está urbanizado. Con todas sus consecuencias.



Iniciaron el reconocimiento junto a la antigua muralla de Casafuerte, límite con Mijas, hasta llegar al arroyo del Coronel. El sitio estaba cubierto de rastrojos de cereales. Pasaron junto a Torre Ladrones, actual Puerto de Cabopino, y cruzaron el arroyo de San Francisco. Siguiendo hacia poniente alcanzaron el torreón de las Cañas y arroyo del Lance de las Cañas donde estaba la Suerte de la Noria, linde por el norte con el cortijo de Castillo, propiedad de los herederos de Correa. A las siete de la tarde del 9 de julio de 1893 la comisión dio por terminada la jornada.

Al día siguiente partieron desde la casa choza de la Rubiales (Ramona Rubiales Lorente) hasta subir a la loma llamada Larga y después caer al Hoyo del Muerto. Al llegar al arroyo de la Víbora (donde la estación depuradora) describieron la abundancia de higueras. Desde aquí hasta el arroyo Real de Zaragoza detallaron la existencia de viñas. En dirección noroeste, en subida, alcanzaron la loma del Espartal y tras ella el arroyo Sequillo, donde señalaron como hito la esquina del ventorrillo de Postigo y colindante el ventorrillo de Gallardo, hoy núcleo de Las Chapas. En el arroyo del Alicate descubrieron que las once fanegas roturadas tapaban la vía. El cortijo del Alicate era propio de Francisco Claros Postigo y llegaba hasta la cañada de Siete Revueltas, todo poblado de viñas.

Al llegar a Río Real comenzaron los problemas. Debido a lo “sumamente accidentado y escabroso” del terreno hasta la ciudad “hasta el punto de dificultar todo paso de ganado” y a la presencia de la vía férrea industrial, decidieron elevar consulta al gobernador civil de la provincia por medio de telegrama; éste les contestó urgiéndoles a continuar con su labor pese a las dificultades. Así es, que a regañadientes, a las seis de la mañana del 12 de julio, la comisión formó comité en el sitio de Río Real.

Desde la Hacienda de los Monteros, entraron en las tierras de la cerquilla de María Luisa Gallardo Piña, tomando como punto de partida la caseta de carabineros y la suerte de la Torre, que es la de Río Real. Desde allí llegaron al cortijo del Pino, propio de Eugenio Aragonés Gallardo, que lindaba con la cañada del Pozuelo con cinco fanegas de tierras roturadas y parte de viñas. Junto a la carretera estaba la casa venta “conocida por la del Pozuelo”, seguidamente la haza de la Pavona, el camino del Algarrobo y la hacienda denominada La Constancia que se extendía hasta arroyo Primero.



Se acercaban a Marbella: “Sigue pasado el arroyo un trecho de barronal que utilizan como ejido los labradores del pago de las Albarizas, depositando estiércoles, hasta llegar al quebradero y camino de la Bajadilla que toma la dirección al sur por el barronal y arenas de la playa a pasar a la esquina del barranco de la huerta de San Ramón… De aquí tomando por junto la Cruz del Mentidero, atraviesa por las vertientes del Llano de San Ramón a bajar al arroyo de las Tenerías, cogiendo unos cinco metros a las tierras de la sociedad inglesa y siguiendo hacia arriba linda al norte con el huerto de D.ª Adelina Chicote hasta la cruz ya expresada que se halla enclavada en los terrenos del Castillo de San Luis… A poniente se fijó como punto el extremo sur del Faro atravesando por La Marina y cruzando por debajo del Muelle de Hierro y entre la misma Acera de la Marina y el corral o cercado de los señores Heredia…”.

El ganado precisaba una cañada de escasa pendiente, abundantes abrevaderos y un recorrido lo más recto posible. La franja litoral del término municipal era la idónea y la comisión municipal creada al objeto de fijar el recorrido continuó en dirección Estepona.

Junto al faro estaba la huerta de los herederos de D.ª Trinidad Ruiz, siguieron por una hilera de nogales hasta arribar a las tierras de los herederos de Tomás Domínguez Artola, hoy Molino de Viento, entonces cubierto de viñas. La huerta de Guadapín [sic] llegaba hasta donde estaba y está el Andén de la Noria que hay en la huerta de Dolores Mazoti, junto al Hotel Don Pepe, lugar donde Francisco Claros Postigo plantaba sus viñas. Desde aquí pasaron a la Hacienda de Caballero de Joaquín Chinchilla. Se fijó hito en un palmeral que había pasado la plantación de viñas y anexa a la huerta de Hazmerrerir.

De nuevo el 13 de julio de 1893, a las seis de la mañana, entraron en el cortijo de Quiñones, hasta bajar al arroyo de las Piedras. Desde la hacienda de La Cerquilla de Juan García Cuevas, continuaron por la hacienda de Josefa Ruiz Martín. En el palmeral a la derecha del arroyo de Nagüeles fijaron nuevo hito. En seguida entraron en las tierras llanas del Ancón de los herederos de José Otal Álvarez, cruzaron por el puente del arroyo de la Cruz, alcanzaron la cañada del Aljibe, todo propiedad de Joaquín Chinchilla, hasta bajar a Río Verde.

Atravesaron el vivero que el cuerpo de obras públicas del Estado tenía plantado (Centro Forestal Sueco), el río por el álveo y la cerca de los Granados en dirección suroeste donde encontraron “un chumbal sobre una lomita de arena quedando al sur dos casas de la misma hacienda que hay en el barronal continuando a poniente hasta su final de un bardo de pitas”. La comisión entraba en los terrenos de Puerto Banús: “Acto continuo, se pasó a la hacienda de Amador Belón Pellizo”, el punto de referencia se tomó al norte de la torre vigía del Duque y arroyo de Benabolá.



La delimitación seguía en línea recta tomando como referencia la chimenea de la fábrica de azúcar de la colonia de San Pedro Alcántara, cruzaba el sitio de Cañada Verde “donde están las propiedades de la Colonia” y pasaba al norte de la viña que se cultivaba en los Llanos de La Pepina. Prosiguieron “faldeando los palmares del barronal de la playa hasta llegar a un taraje que hay en la margen izquierda del río “Guadarías” (Guadaiza).

El 14 de julio finalizaba el trabajo. Iniciaron el camino en un cañaveral con dos fanegas de abrevaderos y descansaderos, cerca de la cañada del Negro, donde comenzaba un carril recto hasta la boca del arroyo del Chopo, límite de la urbanización Guadalmina, a cuarenta y dos pasos encontraron unas “bocaminas” de las Bóvedas y a poniente la cañada de Las Conejeras. En la boca del Guadalmina finalizaron su trabajo.

El representante de la Colonia, Amadeo Datchy, protestó por el método seguido para el deslinde, relató los perjuicios y la falta de criterio para elegir el trazado. Alegaba que compraron los terrenos sin servidumbres. Ante el cariz del asunto, el presidente de la comisión preguntó a los ancianos conocedores si el deslinde o vía que llevaban varios días señalando era el de la colada o cañada antigua. La contestación fue sincera: “que por la antigüedad de la misma desconocen en absoluto los puntos por donde pasaba dicha colada real, toda vez que por el tiempo transcurrido se ha perdido por completo la noticia y memoria de la misma”. El presidente de la comisión dio por finalizado el deslinde.

Los ancianos eran conocedores sin memoria. Expertos sin documentación. Se les exigió que aplicaran sus conocimientos en algo que solo intuían pero acertaron. La sabiduría es, en ocasiones, el resultado de la sensatez y de un sentido común innato. Sólo bastaba seguir el paso del ganado o, al menos, imaginarlo. Con los años perdimos los sembrados, las viñas, el ganado y lo sustituimos por urbanizaciones, carreteras y miles de vehículos a motor. Del silencio al estruendo, de la exuberancia del paisaje al exceso inmobiliario, de un límpido horizonte a un sufrido y contaminado entorno en el que los servicios de limpieza y recogida de basuras siempre andan desbordados, los ríos y arroyos transmutaron en cloacas y los abrevaderos en estaciones de servicio. ¿La naturaleza? Lejos. ¿El sentido común? Arrinconado.

3 comentarios:

  1. El arroyo que mas conozco es el de Las Piedras. El invierno pasado lo limpiaron. Retiraron desde zapatos hasta una nevera tirada en el cauce!!!!
    De mi niñez a nuestros días ha sufrido una transformación enorme. El entubado que efectuaron al construir la autovia cambió definitivamente su apariciencia.

    ResponderEliminar
  2. PRECIOSO TEXTO. ESTOY DE ACUERDO.
    EL ARROYO SAN FRANCISCO LIMITROFE CON CARIB PLAYA ES PARTE DE ESTA DESCRIPCION?

    ResponderEliminar
  3. Un recorrido cuya lectura nos traslada a la época de forma apasionante. Enhorabuena y gracias por compartirlo con todos.

    ResponderEliminar