jueves, 21 de octubre de 2010

Los Monjes



La historia deja rastros, lugares callados, cubiertos por un manto de olvidos, que mantienen una memoria débil, por oral desvirtuada, transmitida entre herederos, que de devociones populares trocaron a aficiones senderistas. Antiguos sitios de mágicos y milagrosos remedios, sustentados por la fe. Salutíferos parajes de íntima belleza, que fueron elegidos por la proximidad de la naturaleza con Dios, puerta hacia el Cielo.

Me refiero a Los Monjes, porque pese a su estado de ruina ha mantenido nombre y recuerdo. Madoz, a mediados del siglo XIX, describía lo que le contaron: “… residuo de un antiguo monasterio. Su título es Nuestra Señora de las Angustias y a ella es donde suelen acudir en penitencia o por promesas los habitantes de Marbella y otros pueblos del contorno. Tiene un ermitaño que cuida del edificio y del culto, siendo bastante para uno y otro objeto las limosnas de los fieles”. 





Su acceso no es difícil, no hay más que cruzar el arroyo de Calañas, que comparte curso y nombre con el Guadalpín, al noroeste de la urbanización Xarblanca y seguir su ribera hasta que después de menos de una hora se arribe al destino. Si nos remontáramos al XVIII el camino se iniciaría en la Puerta de Ronda, ascendería por la calle Ancha y Alameda de San Francisco. Desde el convento continuaría por el camino del Trapiche hasta llegar al Prado donde tomaríamos la bifurcación de la cuesta de las Ánimas. Al llegar al Molinillo, el puente sobre el arroyo abriría paso al trajinado camino de Istán, pero el penitente se adentraría a su derecha por una cañada de profusa vegetación y sombra, con el rumor del viento y el sonido del agua de sus pequeñas cascadas y pozas.

El entorno de la ermita estaba plantado de viñas y sembrado de huerta, dos ermitaños la cuidaban, pero en 1761 habían abandonado, “que los hermanos ermitaños que asistían en este paraje para la decencia y culto de la iglesia de Nuestra Señora de la Soledad de la Sierra, se han ausentado y ha quedado dicha iglesia y terreno de su inmediación sólo a cargo de Francisco Granados, vecino de esta ciudad puesto por providencia para conservación del culto de la ermita”.




La viña era de poca calidad, el huerto de escasa sustancia: “solo tendrá una obrada destinada su utilidad a la decencia de la iglesia ermita que por ser tan corta se mantiene a expensas de la devoción y el resto de la tierra que se dijo de regadío por acequia para puebla de maíz con algunos frutales por lo inculto de dicho terreno inferior de la tierra y cortas fuerzas de dicho huerto para poderla beneficiar con estiércoles”.

El edificio, orientado en un eje norte sur, revela porte humilde, aunque de buena factura, agarrado, en su lateral de levante, al borde de una pronunciada caída por medio de gruesos contrafuertes. De fachada sencilla, rematada con pequeña espadaña. Disponía de una sola nave, compartimentada en dos espacios, uno para los fieles, otro para los monjes. En la trasera, distintas dependencias remataban el conjunto.

Sus denominaciones, Nuestra Señora de las Angustias, Soledad o de la Sierra, remiten a una sola, la de la Virgen de los Dolores, de las más antiguas venerada entre los marbellenses. Desde la iglesia de la Encarnación hasta los Monjes -siempre en pendiente-  una vía sacra equipaba el camino de religiosidad. Hornacinas, oratorios, cruces, la ermita de Santa Ana, después de la Madre de Dios, la Iglesia de los Remedios, también de San Sebastián, el Santo Cristo y su Dolorosa, San Francisco con su devoción a la Virgen. Un ascenso triunfal. Un triunfo de la Fe.




Siglos después, con menos espiritualidad y otra conciencia social, un grupo de ciudadanos cívicamente responsables, que no buscan la salvación eterna pero sí la conversión del prójimo a la causa de la conservación de nuestra historia, que no quieren limosnas ni sueldos, se han empeñado en levantar en Los Monjes el manto del olvido, romper su silencio y trasmitir un ideal más laico, un esfuerzo con cierto grado de osadía, la defensa de nuestro patrimonio histórico o lo que es lo mismo hacer lo que las administraciones públicas no hacen. Necesitan ayuda, comienzan el sábado a limpiar aquello, precisan cariño porque estos trabajos suelen ser difíciles y poco comprendidos, y les vendría bien agradecimientos sin perifollos porque son gente sencilla.

6 comentarios:

  1. Pedro Sánchez Bandera21 de octubre de 2010, 19:12

    Hola Paco. Ya que agradecimiento demandas, sirva esta nota para hacer llegar el mio, junto con mi admiración. Lo único que siento es no poder acompañaros como me gustaría.
    Ánimo y un abrazo.

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  2. Alberto Cumpian Rodriguez21 de octubre de 2010, 19:50

    Como mi amigo Pedro te envio desde aqui un abrazo muy fuerte como agradecimiento, estando con vosotros en espiritu aunque no pueda estarlo fisicamente. Saludos

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  3. No preocuparos que al final vendréis.
    Os estamos esperando.

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  4. 10 años han pasado de esta loable iniciativa y el manto del tiempo ha recubierto piedras y restos de construcciones con profusa vegetación.
    Bueno seria que retomaremos la intención de salvaguardar nuestro patrimonio y si es posible, también nuestras almas y procedamos a destrozar y señalizar estas ruinas e hijos del camino

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  5. En vez de Destrozar ha salido destrozar que es lo que se pretende evitar

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