Son hechos consumados, la mayoría impunes. Se guardan en ese almacén de la memoria donde van todas las vergüenzas, porque cada pueblo tiene su colección, de las que casi nadie habla por eso de la corrección política que es la más canalla de las censuras, todo con el fin de la exaltación de las glorias marbellenses, esas que nos hacen sentir orgullo de pueblo cada día que despertamos.
Hablamos de nuestro patrimonio histórico perdido, tan desconocido como oculto, del que no podemos saber su dimensión más que por una aproximación a los rastros dejados. Los crímenes se perpetraron de muy diversas formas. Nos referimos al expolio del patrimonio histórico en la más amplia de sus acepciones. Del patrimonio arqueológico al documental, del artístico al monumental, Desmanes que en algunos casos llegaron a los tribunales, otros quedaron en denuncias administrativas, denuncias públicas y muchos, la mayoría, en pistas que por el tiempo pasado, cuando ni existía la legislación patrimonial, quedaron en testimonio gráfico u oral.
Ahora no se denuncia como antes aunque de vez en cuando alguien levanta la voz con la indignación de antaño, me reconforta cuando lo hace Cilniana, me recuerda a los buenos tiempos, quizás porque no haya tanto que denunciar, tal vez porque vivimos en momentos de conformismo y resignación, aderezado en ocasiones de connivencia que baja el tono de muchas voces, acaso porque el cansancio ha hecho mella en muchos de los luchadores en defensa del patrimonio. Gracias a esa perseverante lucha de años atrás se pudo salvar poco o mucho dependiendo de la percepción de cada uno.
La gestión municipal en la materia es muy deficiente, se reproducen errores, no hay iniciativas más que las habituales, se mantiene esa inercia de no hacer nada porque nadie denuncia ni presiona ni tampoco importa mucho, las reclamaciones son escasas, las promesas se sacan de los cajones para repetirlas, se protege lo que se ve y se protege mal. ¡Qué envidia de tantas ciudades cuya gestión de su patrimonio es modélica y han convertido su historia en el principal de los reclamos turísticos!
Me contaba Joaquín Sánchez en esas largas y plácidas charlas donde
intentaba exprimir sus recuerdos, que un guiri a principios de los Sesenta
salía cargado de cajas de material prehistórico de las cuevas de Puerto Rico.
Nunca se supo su destino. Lo poco que se encontró por parte del grupo de
espeleología fue a parar al ayuntamiento donde a principios de los 80 el
entonces delegado de Cultura, Rafael García Conde, promovió la creación de una sala
de arqueología en los bajos del antiguo cabildo. Con el paso del tiempo y su
abandono, la sala quedó desamparada y los materiales expuestos volvieron a sus
cajas hasta que hace pocos años se instalaron unas vitrinas en el Cortijo de
Miraflores, bajo la buena supervisión de Calixto Romero, que pasa desapercibida
para casi todo el mundo pero que tiene un considerable efecto balsámico sobre
algunas conciencias. Nuestro patrimonio arqueológico debió ser rico, nunca lo
veremos en toda su dimensión y nos hemos contentado con una gran cantidad de
fragmentos descontextualizados tras años de pésima gestión de las
administraciones competentes.
Son tantos los ejemplos de destrucción conocidos que no voy a tener
más remedio que tirar de hemeroteca porque la memoria falla, mis disculpas por
los errores u omisiones que pueda tener. Aparecieron restos fenicios en Los
Monteros en los años sesenta pero la zona no fue protegida hasta que se incluyó
en el PGOU recientemente anulado, algo que de nuevo ha dejado todas las zonas
arqueológicas desprotegidas y que ante un nuevo e inminente boom de la
construcción puede traer muchos problemas.
A mediados de los noventa una tumba
romana fue encontrada casualmente en el carril del Relojero, nunca se investigó
su entorno como tampoco se investigó la zona de Artola donde aparecieron restos
del Paleolítico Inferior. Según me contaron en la desembocadura de Río Real, se
halló un esqueleto fosilizado de un gran animal que fue destruido por la
excavadora para evitar la paralización de la obra y años después se descubrió
otro que pudo ser estudiado. Una excavadora hizo añicos el 95 por ciento de lo
que pudo ser una colonia fenicia completa e intacta y que hoy nos conformamos
con ese pequeño mocho que ha quedado como testigo.
Aún recuerdo el descubrimiento de la necrópolis andalusí y la
cabaña del Cobre a los pies de Cerro Torrón con motivo de la vigilancia previa
a la construcción de la autopista. Se excavó de urgencia y se hizo bien pero lo
que me llama la atención es el abandono de una de nuestras joyas patrimoniales,
la fortaleza. Estuve hace unas semanas por allí solo para ratificar lo que
sospechaba, el abandono sigue siendo total y progresivo, los muros se están
cayendo, la vegetación lo está sepultando, las visitas de expoliadores
continúan siendo habituales. ¿inversión en su mantenimiento, limpieza o
rehabilitación? cero euros pese a que ostenta ese pomposo título de Bien de
Interés Cultural que más que un reconocimiento parece una condena. Dicen que en
una pequeña cueva cercana unos expoliadores hallaron una buena colección de
monedas. Donde hay una fortaleza siempre hay buenos alrededores aún así
seguimos igual que cuando se le otorgó la protección máxima.
Lo mismo sucede con la cueva de Pecho Redondo, también BIC cuyas
pinturas rupestres sobreviven custodiadas por una reja y el cercano farallón de
Puerto Rico y los restos romanos dispersos encontrados por arriba del hotel Don
Miguel. Salvo por el reciente, interesante y concienzudo trabajo de Javier Soto
sobre Puerto Rico, pasan los años sin que avancemos un ápice.
Continuemos hacia el oeste, ¡vaya lío mediático se formó con la alquería
andalusí de Nagüeles!, la necrópolis fue destruida al abrir una calle, donde
estaba el poblado existe un aparcamiento, de la atalaya ya no queda
prácticamente nada. Nunca se estudió, nada se hizo.
Algo más se consiguió con Cerro Colorado, además de certificar la
destrucción de la fortaleza prerromana desmochando el cerro por completo por
supuesto para urbanizarlo. Se pudo realizar una prospección en sus laderas que
tuvo como resultado un fantástico tesoro de monedas que actualmente lucen
espléndidas en el museo de Málaga. A toda prisa la zona se declaró BIC a pesar
que muchos años antes se conocía su existencia.
Un caso curioso y que pasó desapercibido en comparación con el ataque contra la Medusa de la villa romana de Río Verde fue el de la
destrucción de su entorno. Una mañana, una llamada me avisaba que una máquina
excavadora lo estaba arrasando, que incluso uno de sus muros y la
valla se había visto afectada. Resultó que nuestra denuncia fue archivada por
el juzgado, todo era legal porque solo estaba protegido lo que era de muros
hacia dentro. Muy amable la dueña del inmueble donde se realizaban las obras me
llamaba por teléfono para decirme que ella estaba pendiente por si aparecía
algo. Con el tiempo alguien se dio cuenta del grave error administrativo y se
protegió toda la urbanización, cuando ya estaba prácticamente urbanizado y por
supuesto destruido. Un día me enseñaron una fotografía de un bello busto
encontrado en la urbanización que está en manos privadas ¿sabemos en realidad
lo que hemos perdido?
Hay muchos más ejemplos, todos vinculados a la incompetencia,
desidia y negligencia, casi siempre con motivo de promociones inmobiliarias. Estremece
imaginar todo lo que hemos perdido en el casco antiguo, aunque frente a la
vorágine de destrucción siempre hubo ciudadanos comprometidos que avisaban en
cuanto veían algo, que ejercían de vigilantes cuando nadie desde el
ayuntamiento movía un dedo.
Marbella siempre ha mirado
con recelo la arqueología, tenemos incrustado en nuestro acervo que nada ni
nadie debe entorpecer la creación de riqueza, cuando la riqueza la teníamos en
el subsuelo. Lo de esta ciudad es un caso singular, teníamos patrimonio
arqueológico abundante y de calidad, algo que ya quisieran para sí muchas
ciudades y nos hemos dedicado a dilapidar ese patrimonio, a quedarnos con
varios yacimientos que al menos podían estar bien conservados.
Recuerdo cuando en los años 90 reivindicábamos la creación de un
parque arqueológico en los restos de la Basílica de Vega del Mar incluyendo la
población que había a su alrededor y los depósitos de garum cercanos, pero como
sucedía con la villa romana solo estaba protegido el perímetro de la basílica
lo que permitió la construcción alrededor (lo mismo ha pasado con las Bóvedas) en lo que probablemente habría sido uno de los yacimientos
arqueológicos más valiosos de Andalucía. Hoy de lo que se habla es de
merenderos, más excavadoras y mucha ineptitud política.
Dedicado a todos esos arqueólogos de vocación que participaron en
la salvación de lo que se pudo.
Marbella les debe mucho.
Descorazonador ese inventario de daños. Y eso es lo que conocemos, miedo da pensar en todo aquello que se ha podido destrozar sin que tengamos la más mínima noticia. Eso tiene mucho que ver con tener un modelo de ciudad, con saber qué se quiere ser de mayor, por no dejarse arrastrar por las inercias de un modelo de ciudad basado en la oportunidad o no oportunidad de inversión o no inversión.
ResponderEliminarDe todas formas, de aquellos tiempos también se desprenden aspectos positivos. Resultaba alentador comprobar que había gente dispuesta a dar la cara, y que de hecho dio la cara. Y que no se olvide que se salvó mucho patrimonio arqueológicos gracias a la iniciativa de pocos; patrimonio arqueológico que de otra forma habría que incluir hoy en tu lista.
Gracias por guardar la memoria de aquellos años que ahora parecen tan lejanos. Es bueno no olvidar.
Una muestra de la decadencia cultural en la que nos encontramos desde hace, al menos, 50 años. Desde que vendimos todo al turismo entendido como industria y motor económico.
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