miércoles, 9 de mayo de 2018

Notas sobre los gitanos de Marbella (siglo XVI-XIX)



No voy a escribir de los gitanos de ahora, de sus circunstancias y problemas. Solo quiero aportar unas notas sobre su presencia en Marbella a lo largo de la historia con los datos que he encontrado que son pocos y escuetos, tan marginales como sus vidas, casi siempre vinculadas a persecuciones, prohibiciones y quimeras en su tercera acepción pues su historia quisieron escribirla con trazos gruesos de justificación racial como hizo el jesuita Padre Rávago confesor de Fernando VI, que ante sus dudas sobre la Prisión General de Gitanos de 1749 que acabó con 9000 gitanos en la cárcel respondió que “le parecían bien los medios para extirpar esta mala raza de gentes, odiosa a Dios y perniciosa a los hombres”.
Nada nuevo ni bueno, ni la primera ni la última, nunca se quiso a los gitanos en España, nunca se aceptó su modo de vida, su raza, los culpamos por ser como eran, tan distintos, tan diferentes a como nos hubiera gustado que fueran.




La primera referencia es de finales del siglo XVI sobre un supuesto gitano marbellí, Gabriel de Chaves, que se justificaba como tal cuando se le culpaba de ser morisco expulsado que quiso volver a su tierra y cuyo final con el Tribunal de la Inquisición lo pueden imaginar.
La segunda cita corresponde a principios del XVII y trata sobre un problema entre las jurisdicciones civil y militar en la ciudad que fue tratada en el Política para corregidores de Jerónimo Castillo de Bobadilla. En la relación de delitos cometidos por los soldados se incluye la de “…Pedro de la Torre porque quitó al alguazil que llevava unos Gitanos; y ay otros muchos processos presentados contra vezinos soldados, de delitos que han cometido enormes, y resistencia y herida de alguazil”.
Más datos disponemos para el siglo XVIII gracias al trabajo de Bernard Leblon en “El gran fichero de los Gitanos en España (siglos XV a XVIII) Historia de un genocidio programado” que rescata un documento que cumplía una orden de 28 diciembre 1784 en la que se encargaba a los corregidores la realización de un registro de todos los gitanos que había en sus respectivas jurisdicciones, aportando una serie de datos estadísticos que pudieran servir para adoptar medidas dirigidas a su control y asimilación donde se contabiliza quince gitanos en Marbella, un escaso número respecto al resto de pueblos y ciudades andaluces.
Leblon cita algunos nombres como el de Vicente de las Eras que estaba en presidio, casado con María Sánchez, familia de nacidos en Marbella pero que residían en Arcos de la Frontera o la de Pedro de Montes y su esposa Juana Valencia y poco más pues era realmente difícil censar a quien no quería ser censado dado el historial de persecuciones.





De su presencia en la ciudad solo quedaron leves rastros como el de la marbellense calle Lucero (también conocida como la del Molino), ese nombre tan gitano que, antes desde finales del XVIII se llamó calle de los Gitanos; o esa Virgen de los Gitanos que ocupaba el nicho que se sitúa en el callejón de los Chinchilla que fue sustituida por un Sagrado Corazón en 1995. Y por último, quizás con otras connotaciones toponímicas, el puerto de los Gitanos en Sierra Blanca.
De la historia más reciente, la del siglo XX, de los gitanos en la ciudad, sus casas, sus familias y sus trabajos muchos saben y recuerdan. Hubo un tiempo que parecieron integrados en la sociedad local aún cuando se reconocían como gitanos. Sin embargo, el paso del tiempo también va sepultando ese recuerdo.

Estas son mis breves referencias, seguro que habrá más, que sirva esta aportación para no perder nunca su memoria.

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