martes, 19 de enero de 2010

Puente Palo de nuevo




Los buenos recuerdos suelen permanecer en la memoria mientras son útiles, a la vez que son reemplazados por otros que reflejan mejor nuestras vivencias. Un lugar transitorio puede llegar a ser “un no lugar”, como calificó Marc Augé a esos espacios de paso en los que nadie repara más que como una transmisión entre sitios más estables.

Algo similar ha ocurrido con el Puente Palo, un cruce de caminos entre la carretera de Ojén y el paraje de Puerto Rico y entre éste y el Trapiche del Prado. En tiempos de Tostón, como rememora la bloguera de Marbella (http://hecho-en-marbella.blogspot.com/), se paraba allí o se quedaba para ascender a Puerto Rico Alto. También, como sucedió en la infancia de Maru (http://marudemarbella-tallergrabado.blogspot.com/), nos llevaban los padres para que disfutáramos de la caída de agua, ya mozalbetes algunos se citaban allí.


Dolores Navarro, de Mujeres en las veredas (http://mujeresenlasveredas.blogspot.com/) incide en la distinción entre los lugares de Puente Palo, arriba, y Chorreadero, desde la caída de la cascada. Un documento fechado en 1872 cita el Chorreadero o Puente Palo en el pago o partido del Chorreadero, un buen curso de agua, en una gran caída. Es cierto que el lugar por donde discurre el arroyo que forma la cascada se llama el Chorreadero. Era zona de viñas y huertas. Sobre el molino decir sólo que es muy antiguo. Un documento de 1573 lo describe así: "Sitio de molino de una pasada al pie de la sierra a do dizen el Chorreadero, linde camino Real que va al Peñón". Sin embargo en otro documento de 1841 informa de que entonces era para transformación de mineral de hierro y que estaba en el paraje de Puente Palo, por tanto considero acertado llamar a la cascada de Puente Palo como del Chorreadero, aunque si queremos ser precisos, Dolores lleva razón.



El puente debió ser de palo hasta que la compañía minera construyó uno más recio en 1869, para que pasara el trenecito de la Mina. Veinte metros de longitud, de los que hoy solo queda el topónimo, el recuerdo y el cariño de muchos marbellenses que aprecian nuestra historia, que buscan refugio sensible en esos “no lugares” de paso y cruce, pero lugares que dejaron una marca imborrable en la memoria.



Tico Martín, que practica su querencia por el patrimonio con la visión de su objetivo, me envía las fotografías que ilustran esta entrada. Están tomadas a finales de los años setenta del siglo XX. Algo mágico, al menos bucólico, transmiten esas imágenes que nos trasladan a infancias y encuentros, a vínculos y olores, a paisajes y sonidos de la infancia, más bien de la pubertad, acaso de una adolescencia de encuentros y flirteos.

José Manuel Beltrán (http://ventanademarbella.blogspot.com/) incide en la voluntad de visitarlo, de acudir, quizá, a rememorar nuestras andanzas. Sin embargo, nuestras visitas pueden tener otro fin que no es otro que el de reivindicar su valor sentimental, paisajístico, medioambiental y patrimonial, para que alguien con poder deje por un momento su vorágine política y nos acompañe en este sentimiento.

Puede que algún día nos veamos allí. Entre todos vosotros habéis creado una narración de gran sentido y responsabilidad ciudadana, tan sencilla como Puente Palo.


3 comentarios:

  1. Me encantaría que algún día nos veamos allí, Puente Palo, con los bloggers de Marbella que mencionas.

    Saludos.

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  2. Yo me apunto encantada a la excursión. Ademas de por la compañia por el lugar. Gracias por la reseña a mi blog. Lo veo tan pequeño al lado del tuyo o del de los demas que me anima mucho que lo tengais en cuenta. Saludos a todos

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  3. Hola, llego tarde...
    Es que he estado sin ordenador casi un mes, pero muchas gracias por nombrarme, a mi y a mi blog. Y creo que sería bonito encontrarnos en ese lugar que seguro que tiene algo de mágico, podriamos hacer un encuentro, cuando el tiempo se normalice sería estupendo.
    Saludos

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