El 22 de abril de 1963 Banús presentó en el Ayuntamiento de Marbella un programa de actuaciones a desarrollar en cinco años. Paulatinamente, incorporó planes parciales que fueron aprobados sin apenas objeciones. Preveía la construcción de la urbanización en diferentes fases divididas en sectores, -supermanzanas-, tal como lo había planificado en el barrio del Pilar de Madrid. El objetivo era convertirlo en un gran centro turístico con todos los alicientes y servicios, una urbanización autosuficiente, paradigma de una nueva forma de vida basada en el ocio y, por tanto, alejada de los años de subsistencia y penurias que azotaron España en la posguerra. Una ciudad ideal, la mayor operación urbanística de la historia de Marbella, expresión del desarrollismo triunfante, escape de la autarquía, que nos sumergía directamente en Europa ya que mostraba la mejor imagen del Régimen.
Banús en una entrevista en la revista Cuadernos para el Diálogo, fechada en 1977, declaraba sus nuevas pretensiones una vez desarrollado el proyecto inicial: “un pueblo donde el arte tenga un sitio, donde pasen temporadas maestros del arte, donde haya una especie de universidad, donde puedan desarrollar tranquilamente sus facultades… ya se están haciendo proyectos en torno a ese lugar en el que no podrán entrar coches, aunque habrá cerca sitios destinados a aparcamientos”. Se refería a los poblados autosuficientes planeados en la memoria del proyecto de ordenación: “Para completar el ambiente de vida agradable que pretendemos crear en nuestra Ciudad-Parque necesitamos reunir en composición cerrada unidades de habitación para en estas agrupaciones que van a ser verdaderos pueblos, conseguir unas condiciones de ambiente y de vida análogos a las de la región con su definido carácter andaluz-mediterráneo. En estos pueblos de calles estrechas y plazas tranquilas, donde la vida se ha de centrar en los patios y jardines de las casas, y en barriadas de estos poblados se situarán viviendas para empleados y servidores, así como los pequeños talleres de artesanía”. Urbanismo de sustitución y recreación, en los que los nativos pasaban a formar parte de un ejército de servicios. Una simbiosis de tradición y modernidad adobada de tópicos “humanísticos”. La propuesta surtió efecto y varios pueblos fueron construidos como fue el caso del ubicado en las Brisas del Golf, firmado por Antonio Miró y José Serrano Súñer, pero fueron proyectos donde el ambiente bohemio brillaba por su ausencia.
En 1962 habían comenzado las labores de explanación y de instalación de infraestructuras pese a que el plan general definitivo aún no se había aprobado. La planificación se había encomendado a Antonio Bonet Castellana, cuyos trabajos en la ordenación de la Manga del Mar Menor por esas fechas no debieron pasar desapercibidos para Banús. De hecho, la urbanización de la zona guardaba muchas similitudes con lo que se iba a construir en Marbella, así como en los aspectos legales al acogerse a la Ley de Centros Turísticos para poder acceder a los créditos estatales. Bonet, que había alcanzado fama en los años treinta del siglo XX como miembro del GATCPAC, por sus colaboraciones con José Luis Sert y por su formación en el taller de Le Corbusier en París, además de sus trabajos desde el exilio en Argentina y en especial con sus proyectos como urbanista en Punta Ballena en Uruguay y el plan Buenos Aires, había regresado a España a principios de los sesenta para iniciar un proyecto en Salou junto a Jordi Puig Torné.
La asociación de Bonet con estos profesionales, salvo en el caso de Manuel Jaén, parece impuesta por la promotora pues no existe vínculo ni continuidad en la colaboración. Una suerte de cuotas profesionales, quien sabe si intereses políticos, influencias y favores, pues muchos de ellos ocupaban cargos en la administración pública.
Carlos Fernández de Castro había dedicado su quehacer profesional a la reconstrucción en la posguerra. En 1943 era el arquitecto jefe comarcal de Almería. El padre de Federico Turell Moragas, Federico Turell Boladeras, acumulaba cargos institucionales como la subsecretaria del Ministerio de Obras Públicas en 1949, presidente del Consejo de Obras Públicas en 1os cincuenta y presidente del Instituto Técnico de la Construcción y del Cemento además de participar en el proyecto del Barrio de la Concepción de Madrid desde 1948. Manuel Jaén colaboraba con Antonio Bonet en su estudio en Madrid y desde finales de los cincuenta comenzó a trabajar en numerosos proyectos en Marbella junto a Carlos García San Miguel. Eduardo Torallas López era arquitecto municipal de Cuenca y de la obra sindical del hogar en la década de los cincuenta. Lorenzo Romero Requejo había formado parte de un equipo, junto a Turell y Fernández de Castro, para el diseño del Barrio de la Concepción. Tomás Rodríguez Rodríguez había colaborado con Torallas y otros en el Poblado de absorción Virgen de Begoña entre 1957 y 1959. Francisco Hurtado de Saracho era miembro de la Real Academia de San Fernando, primer teniente de alcalde del ayuntamiento de Bilbao y trabajó para Iberduero y Banco de Bilbao, una de las principales entidades en la financiación de Banús, que a través de la inmobiliaria Bilbao impulsó la construcción de la finca Aloha bajo dirección de Luis Angoloti Apolinario Fernández de Sousa.
El sentido de la urbanización iba dirigido a fusionar el interior con el mar mediante un eje central de comunicación que uniría el área residencial con el puerto, cruzado perpendicularmente por la carretera nacional. El desarrollo de las viviendas se planificó en composiciones cerradas con el objeto de asimilarlos a los pueblos andaluces, además de zonas abiertas unidas por amplias avenidas, propias de las ciudades jardín, destacando dos principales el eje norte sur y una carretera de ronda. Toda la actuación estaría pensada para no descomponer el paisaje.
Por aquellos años, se inició la construcción de un edificio para tiro pichón, el club de playa y centro de atracciones, firmados por Martín Abbad Bordiú; el frontón Jai-Alai, por Secundino Zuazo Ugalde y Javier de Zuazo Bengoa, que estaba situado junto a la plaza de toros diseñada por Luis María Gana, que por esas mismas fechas había realizado el diseño de la plaza de toros de Bilbao. En 1965, Luis Gutiérrez Soto rubricaba el club de golf, precedente del actual Hotel del Golf.
En 1970 había finalizado la construcción del puerto, una marina con 550 atraques y una inversión de 915 millones de pesetas. Dos años después el afamado arquitecto italiano Paolo Portoghesi presentaba con la firma de Antonio Delgado Roig el proyecto de piscina cubierta al sur de la carretera nacional. En 1973 comenzaron los trabajos de la iglesia. Los principios básicos del ideario de Banús quedaban conformados en una presentación tan diversa como los arquitectos que participaron. En la práctica, aunque desvirtuado por tantas modificaciones posteriores, se mantuvo el diseño inicial de Bonet. Se atisbaba un horizonte abierto a la entrada de capital extranjero.
Puedo aportar como dato significativo que D. Jose Banus encargaba las maquetas de tres en tres: Una para Madrid/Marbella otra para Londres y otra para New York. Promocionandose asi internacionalmente.
ResponderEliminarSaludos
Daniel (maquetista)
http://maquetasbiz.blogspot.com
Interesante dato, muestra del carácter internacional que quería imprimir al proyecto.
ResponderEliminarHola,me ha interesado mucho tu artículo, pero me queda una pequeña duda, que puede ser el resultado del desconocimiento... ¿están en el ARCHIVO HISTÓRICO DEL COLEGIO OFICIAL DE ARQUITECTOS DE CATALUÑA los proyectos de Andalucía la Nueva? ¿o sólo los que firma Bonet para Marbella?
ResponderEliminarMuchas gracias!
Un saludo
María
Solo los de Bonet. El resto están en el Archivo Municipal de Marbella y cuando organicen el archivo del Colegio de Arquitectos de Málaga también.
ResponderEliminarmuchas gracias francisco
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