La ruina es decadencia en lo físico y en lo moral, restos de una época que por deterioro se pierde y por olvido o negligencia se le niega regeneración. La arquitectura antigua, su estado de conservación, es prueba y testimonio sobre como discurren los tiempos actuales, cuáles son las tendencias, quiénes sus albaceas. El profesor Chueca Goitia denunciaba en los años setenta, con acritud, la destrucción que se llevaba a cabo en los centros históricos de las ciudades españolas, nuestro legado urbanístico. La ruina es el argumento, la demolición el acto de un expolio consentido, tolerado y no mal visto.
Con el tiempo, leyes urbanísticas, patrimoniales, recomendaciones de organismos internacionales, reglamentos e
Los terrenos formaban parte de la propiedad del cortijo de Miraflores. Su dueño, el poderoso Tomás Domínguez y Vargas, explicaba en 1750 los motivos de la urbanización: “… cuya haza por el beneficio que se sigue a dicho mayorazgo y asegurar renta fija se determinó darla a solares para que se fabricasen casas en ella… y que no puede producir sembrándola y cultivándola lo que fabricando casas en ella”. En poco más de diez años se había consolidado la zona, extensión extramuros entre el río Huelo y el camino del Calvario, ordenada de huertas, de paisaje abierto, paseo de pitas, higueras y olivos.
La mayoría de los solares parcelados medían 24 varas de frente y 18 de largo, otros eran cuadrados, alguno alcanzó las 36 varas, casi
Conocemos algunos de los marbellenses nombres de sus primeros habitantes, Andrés López, Mateo Narváez, Juan Amores, Francisco Morales, Juan Gómez Romero. Datos fiscales de 1830 revelan la humildad de sus residentes. Pedro Barragán regentaba una panadería, otros cultivaban una pequeña huerta. Sus nombres nos son familiares: Isabel de Lara, Micaela Guzmán, Francisco Martín, Francisco de Piña, María Martín, Antonio Fernández, Pedro Morito, Juan Cantero, Isabel Bautista, Juan Rodríguez. En 1931 allí vivía Luisa Caravantes, Pedro Álvarez Romero, Andrés Caracuel Cantero, Antonio Mata Domínguez, Rosa Campoy Salgado, Francisco Santisteban Martín, los herederos de Antonio Sánchez López, Francisco Belón Salgado, José Pérez Ruiz y José Roldán Salcedo. Todos merecen ser citados antes que el hormigón sepulté su recuerdo, porque de muchas historias anónimas se construyen las ciudades.
No era la mejor vivienda de las del casco antiguo, ni siquiera formaba técnicamente parte de él, se levantaba en un extremo en colisión con la modernidad, su dirección Haza del Mesón 16, el delito ser vieja, la condena el derribo. Poseía protección legal en el Plan General de 2009, era el nivel 3 de protección ambiental que tiene como actuaciones prohibidas asociadas “demoliciones parciales y totales sin justificación técnica e histórica, las cuales están supeditadas al