Hay acontecimientos en la historia que suponen una mejora
general en las condiciones de vida, en ocasiones se califican de revolución
porque la transformación es tan significativa que se inicia una nueva etapa, en
esta caso en la forma de comunicarse en la distancia, en la rapidez en la
llegada de noticias y es que el telégrafo llegó para cambiar Marbella.
Marbella era una ciudad bastante aislada del resto de España,
periférica, lejana a Málaga, con malos caminos, sin puerto, sin tren, con
navegación de cabotaje y con unas sierras septentrionales que dificultaban el
acceso desde el interior. Un panorama que ralentizaba el ritmo de la ciudad,
que impidió un mayor desarrollo industrial y económico. Tanto es así que la
aventura de desplazarse por la costa malagueña es destacada en crónicas de
viajeros desde época andalusí.
El telégrafo de Morse se había extendido por Estados Unidos
en la década de 1840, en España en 1854 Isabel II envió el primer telegrama
eléctrico a Irún y pronto comenzó a extenderse la nueva red de comunicaciones
por la península entre las principales capitales. Tal fue el éxito que las redes
interprovinciales se desarrollaron rápidamente. Marbella en principio había
sido excluida ya que la línea entre Málaga y San Roque se había planteado
pasando por El Burgo, Ronda, Benadalid y Gaucín pero debido a las dificultades
orográficas en 1863 se publicó el cambio de trazado y la convocatoria de pública
subasta para su construcción por los 115 kilómetros de costa proyectando 15
puntos de apoyo o postes de pino por kilómetro y su correspondiente alambre de
hierro galvanizado de zinc con un precio máximo total de 2657 reales por
kilómetro.
Antonio Rodríguez Feijóo relata que en 1866 el Director
General de Telégrafos propuso la instalación en Marbella de una estación
telegráfica en concreto en la casa del entonces Alcalde Francisco Rosado y
Campoy que creo estaba en calle Pedraza aunque no lo puedo afirmar con
seguridad. Marbella, de recibir noticias con días, semanas y meses de retraso,
podía, por primera vez, recibirlas en minutos.
Con el tiempo, la estación fue trasladada a la plaza de los
Naranjos junto a la cárcel y en los años cincuenta del siglo XX a la calle
Alonso de Bazán esquina con Finlandia.
El telégrafo junto a la carretera que comenzó a construirse
en los mismos años trajo nuevas perspectivas a la ciudad, poco tiempo después
se iniciaba la explotación de la magnetita por la Marbella Iron Ore que de
nuevo, en este tiempo de transformaciones, iba a revolucionar la ciudad.