Vista del Pantano de la Concepción desde el Cabrero |
Ayer decidimos emprender la aventura de ir andando a Ronda por el antiguo Camino de los Pescadores. Para mi fue, además de una actividad deportiva, un acto de reivindicación de su memoria. Ahora que se utiliza como lugar para la práctica de senderismo, ocio y contacto con la naturaleza, se suele olvidar su intensa historia.
Gracias a Carlo, Alberto y Alex por esta bonita jornada.
El Camino de los Pescadores fue una de las arterias de
comunicación fundamentales con el interior de Andalucía en el pasado: “y los
que vienen por el camino de Ronda son de Ronda y de Olvera y del Haraal y de …y
de Osuna y de Marchena y de otras muchas partes”.
Junto a este cordel había otro el de los Pescaderos, con el que no hay que confundirse, que partía pasado arroyo Segundo y el ventorrillo de Cano en dirección a Ojén pero que hoy queda fuera de esta narración.
Marbella tenía problemas de abastecimiento de productos
esenciales por lo que para mantener la ciudad era imprescindible cuidar los
caminos de pescadores en buenas condiciones y los tratos con los arrieros con
las mejores ventajas porque “lo qual a sido y es cabsa de no se poder sustentar
y alimentar, porque por ser la tierra tan estéril de pan…”.
Los arrieros eran fundamentales “porque los harrieros que a
la dicha çibdad bienen por pescado traen al halhóndiga de la dicha çibdad
cargas de trigo y de harina y zevada y otros mantenimientos”.
Iniciamos el camino desde la urbanización Los Pinos del
Ángel, aunque los arrieros lo iniciaban desde la ciudad, todo por evitar la
intensa urbanización de la zona, justo donde un cartel señala el inicio de la
actual pista de la Puerta Verde de Marbella.
El viaje se solía hacer de noche y en verano: “y por el
peligro que an de ríos de inbierno en medio en el camino y riesgo de moros,
mayormente en berano ques quando los moros más continamente corren y los
harrieros caminan de noche y por la misma razón los harrieros de Ronda, porque
de Ronda a Marvella ay una jornada de siete leguas y no más de un río en el
camino”. Como testimonio de este trayecto han quedado numerosos abrevaderos y
descansaderos que son un regalo sobre todo cuando aprieta el calor como sucedió
ayer.
A cinco kilómetros del punto de partida cuando se llega a
los restos de la cancela de entrada a la finca Los Rincones –Los rincones de
Machalajachina- (https://marbellenses.blogspot.com/2019/05/los-rincones-de-machalajachina.html)
puedes optar por dirigirte a la izquierda para subir por la cuesta del Meliche
o seguir recto, como hicimos nosotros, por el camino del Cabrero, zona abierta
y con espectaculares vistas al pantano, Sierra Blanca y el mar. Tras pasar por la casa
y el corral de cabras a un kilómetro y medio aproximadamente aparece en una curva
la fuente del Cabrero que tiene agua todo el año.
Seguimos ascendiendo hasta que, a los diez kilómetros del
punto de partida, nos incorporamos al camino del Meliche y paramos a repostar
en el merendero del mismo nombre.
Meliche es un nombre rotundo, tiene fuerza pero sobre todo
una gran historia de la que existe abundante bibliografía
pero me quedo con los trabajos de Catalina Urbaneja Ortiz sobre este personaje.
Fue uno de los líderes moriscos en la rebelión iniciada en 1569, convertido en
Monfí y terror de los cristianos hasta 1578, que era propietario de estas
tierras dedicadas principalmente a la vid para la producción de pasa de lejía.
De hecho en algunas de estas laderas aún pueden apreciarse restos de bancales
un tanto desfigurados por el paso del tiempo.
Seguimos ascendiendo hasta el segundo merendero, denominado de Venta Quemá, donde, de
nuevo, una bifurcación nos obliga a decidir el camino. El de la derecha nos
acerca al archiconocido Castaño Santo, sobre el que tantas leyendas se han
escrito y que ahora sufre tanta degradación por su abandono y por el inexorable
paso del tiempo, pero al ser un camino más largo y transitado por numerosos
vehículos a motor que te llenan de polvo hasta las entrañas, decidimos tirar
por el cortafuegos que nos lleva a un camino mucho más
plácido, de exuberante vegetación que termina en un cruce con el camino
principal del Castaño y Puerto de la Refriega.
Desde el cruce, una última subida nos permite acceder al
puerto de la Fuenfría donde una hornacina con una Virgen con el niño Jesús en
brazos nos recibe.
El descansadero de la Fuenfría es un regalo para los
sentidos, que espacio tan bonito, con esa fuente de agua fresca y
revitalizadora. En este lugar descansaron las tropas del Duque de Arcos cuando
salieron de Ronda en una de los últimos episodios de la Guerra contra los
Moriscos. La toponimia, Plaza de Armas, Fuerte de Arboto, Puerto de la Refriega,
nos traslada a un escenario bélico, una suerte de trauma de la memoria que ha
quedado enquistado en los lugares donde sucedieron los hechos.
Tras beber y comer en la Fuenfría continuamos hacia el área
recreativa de las Conejeras donde un buen pilón ayudó a refrescarnos. Comenzaba
a apretar el calor y el agua se convirtió en algo imprescindible. Desde este
abrevadero se inicia un bonito camino que cada vez nos acerca más a nuestro objetivo
en dirección, tras cinco kilómetros, a la Fuente de Huerto Malillo, manantial
que proporciona al arroyo un caudal permanente de agua. Desde aquí el Arroyo
Carbonera pasa a llamarse Río Grande.
Ronda está cada vez más cerca. Tras subir a un cerro la
divisamos a lo lejos. La ruta habitual del cordel suele continuar hacia el
norte y terminar junto al parque de Bomberos de la ciudad, nosotros quisimos
hacer una variante, mucho más bonita por el carril que va paralelo al arroyo de
los Linarejos. Entramos en zona cientounera, lo sabemos por las miles de
huellas que han quedado fosilizadas en el suelo. Nuestro objetivo es entrar de
forma triunfal por el arco de Felipe V. Así que tras cruzar la carretera
entramos en zona urbana. Nuestra meta está cada vez más cerca.
Tras 48 kilómetros y 1776 de desnivel positivo, el paso por
el Puente Nuevo tiene algo de épico y un punto de emoción, la misma que debían
sentir los arrieros que habían logrado sobrevivir sin ser asaltados por
bandoleros o atacados por lobos. Hoy ya no quedan ni los primeros ni los
segundos. Uno de los últimos asaltantes fue Flores Arrocha que en 1933, tras
ser abatido, fue trasladado su cadáver en burro a Marbella.
Este camino de Pescadores debe formar parte de nuestra historia y es necesario recordarlo y cuidar su memoria y así poder explicar que hubo un tiempo que la subsistencia dependía de ellos.